Un ascenso inesperado
La reciente encuesta de La Vanguardia ha revelado que Aliança Catalana y Vox podrían alcanzar 35 de los 135 escaños en el Parlament. Este crecimiento es notable, considerando que ambos partidos carecen de una estructura territorial sólida y de una presencia institucional significativa hasta hace poco.
Rompiendo tabúes
El fenómeno se explica en gran parte por su capacidad para verbalizar lo que muchos consideran prohibido. El lema “esto no se puede decir” ha resonado en conversaciones cotidianas, donde los ciudadanos expresan su opinión sobre temas sensibles como la inmigración y el independentismo, pero con la sensación de que no pueden hacerlo abiertamente. Vox y Aliança Catalana han capitalizado este sentimiento, rompiendo tabúes y ofreciendo una sensación de liberación en un ambiente social que se percibe como rígido y moralizante.
Mientras tanto, los partidos tradicionales parecen atrapados en un tacticismo que les impide confrontar estas ideas. En lugar de debatir, optan por evitar el conflicto, lo que ha permitido a Vox y AC ocupar ese espacio vacío. A medida que se les excluye, su papel como voces de lo prohibido se fortalece. El verdadero desafío para los partidos convencionales radica en atreverse a abordar estos temas con inteligencia, en lugar de ceder el monopolio de lo que “no se puede decir” a estos nuevos actores.