Pedro Sánchez y la crisis de legitimidad ante el presupuesto

El alquiler del poder y sus obligaciones

La legitimidad para gobernar no se establece solo por oposición, es un examen continuo. Para habitar una casa ajena, se requiere un contrato entre arrendador y arrendatario, pero firmar no es suficiente. Es necesario pagar el alquiler y usar el espacio adecuadamente. Si esto no se cumple, el contrato se convierte en papel mojado y el inquilino puede ser desalojado. En España, este nivel de civilización parece en declive, aunque ese es otro tema.

Lo mismo ocurre con un gobernante. Para mantenerse en el poder, no solo se necesitan votos y la habilidad para negociar con otros partidos, lo que otorga una legitimidad inicial, similar a la firma del contrato. Sin embargo, si incumple sus obligaciones, se convierte en un “squatter” político.

El reto del presupuesto y la necesidad de elecciones

El Gobierno de Pedro Sánchez enfrenta un nuevo plazo vencido para presentar presupuestos, sin una fecha clara y con negociaciones estancadas. La falta de un presupuesto efectivo puede llevar a la pérdida de legitimidad para continuar gobernando. Durante su mandato, Sánchez ha argumentado que no se dieron las condiciones para presentar cuentas en el primer año y que en el segundo, se sabía que no contarían con el respaldo necesario.

A pesar de que se puede gobernar sin un presupuesto, el incumplimiento reiterado del contrato político es grave. Es razonable acordar un último plazo para la presentación de cuentas y, si no se cumplen, convocar elecciones. No se puede extender la legitimidad de un Gobierno incapaz de aprobar un solo presupuesto en toda una legislatura, y esta decisión debe ser tomada por los votantes, quienes son los verdaderos propietarios de la democracia.

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