La polarización del odio en la política estadounidense

Trump y su retórica incendiaria

Donald Trump no será evaluado por sus palabras erráticas ni sus falsedades, sino por los hechos. Actualmente, no es cierto que haya finalizado siete guerras o que la ONU sea un fracaso, a pesar de los problemas técnicos que enfrentó al dar un discurso en el que atacó a diversas instituciones, incluyendo la misma ONU y el cambio climático.

En su intervención ante la Asamblea General de la ONU, Trump mostró su estilo impredecible, afirmando que el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, recuperaría el territorio ocupado por Rusia, a pesar de haber sido él quien inicialmente acusó a Ucrania de iniciar la guerra. Su discurso carece de matices y se presenta en términos absolutos, atacando sin piedad a Joe Biden y a todos sus opositores.

El odio como herramienta política

En un evento en Arizona, Trump discrepó de la viuda de Charlie Kirk, quien había perdonado al autor del crimen que acabó con la vida de su esposo, afirmando: “Yo odio al adversario”. Este tipo de odio se ha infiltrado en la política estadounidense y en muchas democracias liberales, convirtiéndose en un camino hacia el autoritarismo basado en el populismo.

Los adversarios políticos ya no son vistos como competidores, sino como enemigos a los que se debe vencer a toda costa. Narrativas como las de la invasión de inmigrantes o el robo de empleos por parte de competidores son relatos peligrosos y falsos. Sin embargo, aún hay voces en la sociedad que defienden que las libertades solo se preservan al reconocer al otro como parte del sistema. Los muros políticos y sociales debilitan a los más vulnerables y no contribuyen a la justicia ni a la convivencia.

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