La Filosofía de la Duda
René Descartes, filósofo francés del siglo XVII, dejó una huella indeleble en la historia del pensamiento con su famosa máxima: “Cogito, ergo sum” o “Pienso, luego existo”. Esta afirmación se enmarca en una tradición filosófica que se remonta a san Agustín y que establece que la única certeza que posee el ser humano es su capacidad de dudar y pensar.
Un Legado Controvertido
A lo largo de su vida, Descartes fue criticado por supuestamente haber plagiado las ideas de pensadores españoles del siglo XVI, como Francisco Sánchez y el médico Gómez Pereira. Sin embargo, su contribución a la duda metódica sigue siendo esencial en un mundo saturado de afirmaciones categóricas y certezas absolutas.
Ayer, con el equinoccio de otoño, se renueva la invitación a cuestionar todo, desde las redes sociales hasta las opiniones de expertos. Descartes, quien falleció en Estocolmo a los 53 años tras ser convocado por la reina Cristina de Suecia, dejó como legado una advertencia sobre la naturaleza de las desgracias: “Mi vida estuvo llena de desgracias, muchas de las cuales jamás sucedieron”. Con esta reflexión, nos anima a mantener la duda como herramienta de análisis ante un mundo incierto.
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