Un discurso incendiario
En el primer pleno del Congreso tras el verano, Santiago Abascal no dudó en calificar al presidente del Gobierno de “corrupto, traidor e indecente”. Esta declaración fue rápidamente censurada por la presidenta del Congreso, Francina Armengol, quien ordenó su eliminación del diario de sesiones. Sin embargo, este borrado representa una omisión significativa en la historia, ya que todo lo que ocurre en el hemiciclo debería permanecer registrado. En los actos de la ultraderecha, se escuchan gritos como “Sánchez hijo de p…” y su líder denuncia a la “izquierda criminal” y al “gobierno de mafiosos”. La retórica se intensifica, y se teme que pronto se escuchen llamados a fusilamientos.
Un eco del pasado
La política actual ha tomado un giro revanchista, y el lenguaje se ha vuelto peligroso. La posibilidad de que se reintroduzca la pena de muerte en casos de “traición patria” o “terrorismo” es aterradora, aunque la Constitución española lo impida. Recordemos que, hace cincuenta años, durante el régimen franquista, se ejecutaron a cinco hombres, entre ellos Jon Paredes, alias Txiki, en condiciones atroces. A pesar de que la sociedad ha cambiado, el eco de esos tiempos oscuros puede resurgir si no se controla el discurso del odio. La preocupación por el aumento de la violencia y la polarización política es latente, y es vital que la memoria histórica no se repita.
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