Un legado artístico desde Roma
Raimundo de Madrazo, nacido en Roma en 1841, pertenece a una familia de renombrados artistas. Su abuelo José, fundador de la dinastía y primer director del Museo del Prado, trajo a España la influencia neoclásica. Su padre, Federico, también director del Prado, guió a Raimundo en su formación en París.
Después de formarse en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Raimundo se estableció en París en 1862, donde comenzó su carrera profesional. Aunque recibió apoyo inicial de su padre, pronto se destacó por su propio mérito, explorando la pintura de género en lugar de seguir los consejos sobre temas históricos.
Reconocimiento y legado
Con el tiempo, se convirtió en un retratista apreciado, ganando la admiración de la burguesía y coleccionistas de Europa y América. Fue condecorado con la Cruz de Caballero de la Legión de Honor por su contribución al arte, especialmente durante la guerra francoprusiana, cuando se dedicó al servicio de ambulancias.
Raimundo tuvo una vida personal marcada por dos matrimonios y un hijo. Su obra, que incluye retratos de figuras notables como la duquesa de Alba y la reina regente María Cristina, lo posicionó en los círculos más altos de la sociedad. A pesar de su éxito, su fama se vio eclipsada por Joaquín Sorolla en sus últimos años. Falleció el 20 de septiembre de 1920 y fue enterrado en Versalles. Actualmente, la Fundación MAPFRE presenta una retrospectiva de su trabajo, destacando su relevancia en la historia del arte.
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