Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos y posible candidato al Premio Nobel de la Paz, ha sorprendido al proponer que se derribe el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. En un giro inusual, el mandatario utilizó un lenguaje casi poético para sugerir que en su lugar se construya ‘otra cosa’ en ese valioso terreno. Aunque no se sabe si imagina un lujoso resort, su propuesta refleja una visión inmobiliaria audaz.
La ONU: un símbolo cuestionado
La sede de la ONU, un emblemático edificio que atrae millones de turistas en Manhattan, ha sido visitada por numerosas figuras políticas. Muchos se han tomado selfies en su entrada, compitiendo con grandes museos de la ciudad. Sin embargo, surge la pregunta: ¿realmente cumple su función? Si la organización no logra detener las matanzas en Gaza, aliviar la crisis de los refugiados ni influir en los conflictos globales, ¿cuál es su justificación?
Consecuencias de un posible derribo
El planteamiento de Trump podría generar un caos ambiental significativo. La demolición de miles de metros cúbicos de acero y cristal podría desencadenar una nueva cruzada ambiental liderada por activistas como Greta Thunberg. Además, si se opta por construir oficinas, la izquierda española podría argumentar que se está destruyendo la memoria histórica. En caso de no realizar ninguna obra, las críticas desde la derecha serían inevitables. Así, el futuro del solar de la ONU plantea más preguntas que respuestas.
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