Un aumento significativo en las cifras
Desde el inicio del curso escolar, una cifra ha resonado con fuerza: cerca del 37% de los niños escolarizados en Catalunya tiene necesidades educativas especiales, un número que se ha duplicado desde 2022. En ciertas comarcas, como el Baix Empordà y el Segrià, este porcentaje asciende a casi la mitad. Esta realidad, como señala la periodista Carina Farreras, se debe a cambios en los criterios para clasificar a un alumno como “especial”, incluyendo ahora factores como la pobreza o el desconocimiento del idioma por ser recién llegados.
Diversidad y diagnóstico
Sin embargo, el aumento de esta cifra no puede atribuirse únicamente a la migración. Más del 12% de los alumnos de primaria enfrentan trastornos de aprendizaje, mientras que los casos de trastorno del espectro autista (TEA) han crecido un 94,5% en cinco años. Además, siete de cada cien estudiantes tienen dificultades de aprendizaje reconocidas. El debate sobre si hay sobrediagnóstico o infradiagnóstico es complejo y no se puede abordar en profundidad aquí, pero es evidente que la diversidad se está reconociendo, lo cual es positivo.
Al reflexionar sobre mi propia infancia en un colegio público, recuerdo cómo se llevaban a los “casos especiales” a otra aula. En una clase de 34, eran solo tres o cuatro, lo que en la actualidad resulta impensable con aulas que suelen contar con 20 estudiantes. Aunque se hacía con delicadeza, ese traslado estaba cargado de estigmas.
Hoy en día, los padres que acompañamos a estos niños nos encontramos en una realidad diferente, donde comprendemos términos como EAP (Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico) y CSMIJ (Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil). Escuchamos a nuestros hijos hablar abiertamente de lo que los hace especiales, y esperamos que encuentren en estas estadísticas un sentido de pertenencia, recordando que, en realidad, lo raro es ser normal.
Leave a Reply