La manipulación de Putin
Los dichos populares como “lo que va, vuelve” y “se cosecha lo que se siembra” parecen resonar en el análisis del comportamiento político. A menudo, quienes obran mal se escapan de la responsabilidad, ya sea por suerte o por tácticas astutas. En este sentido, la estrategia del presidente ruso, Vladímir Putin, se basa en reclutar “idiotas útiles” y aplicar tácticas del salami para avanzar en sus objetivos, especialmente en su agresión hacia Ucrania.
Trump, quien ha mostrado un deseo casi patológico de presumir su relación con Putin, ha sido identificado por el Kremlin como un aliado involuntario. Desde la cumbre de Helsinki en 2018, donde contradijo a las agencias de inteligencia estadounidenses, su relación ha sido evidente. Recientemente, después de una cumbre sin avances en Alaska, Trump comenzó a respaldar las demandas del Kremlin para un acuerdo de paz inmediato en Ucrania.
Tácticas del salami
Las incursiones rusas en Polonia y Rumanía son ejemplos de las tácticas del salami, donde pequeños movimientos se utilizan para probar la determinación de la OTAN. La respuesta de Trump ha sido, una vez más, la de no defender a sus aliados. En lugar de contraatacar, intenta presentar las acciones de Putin como un reflejo de su propia fuerza, afirmando que, sin su intervención, Rusia habría tomado todo Ucrania.
La táctica del salami no es exclusiva de Putin; líderes como Xi Jinping la aplican para modificar el statu quo en Asia. A medida que estas estrategias avanzan, Trump parece más dispuesto a ser manipulado, buscando la aprobación de regímenes autoritarios. Aunque el karma puede alcanzar a Putin o Xi, es incierto si Trump, el “idiota útil”, será su agente.
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